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Blog La casa común

Alfonso Esponera Cerdán, OP

de Alfonso Esponera Cerdán, OP
Sobre el autor

4
Mar
2018
El dinero
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dinero

Hay algo alarmante en nuestra sociedad que nunca denunciaremos bastante. Vivimos en una civilización que tiene como eje de pensamiento y criterio de actuación la secreta convicción de que lo importante y decisivo no es lo que uno es, sino lo que uno tiene. Se ha dicho que el dinero es «el símbolo e ídolo de nuestra civilización» (Miguel Delibes). Y de hecho son mayoría los que le rinden su ser y le sacrifican toda su vida.

John K. Galbraith, el gran teórico del capitalismo moderno, describe así el poder del dinero en su obra "La sociedad opulenta": el dinero «trae consigo tres ventajas fundamentales: primero, el goce del poder que presta al hombre; segundo, la posesión real de todas las cosas que pueden comprarse con dinero; tercero, el prestigio o respeto de que goza el rico gracias a su riqueza».

Cuántas personas, sin atreverse a confesarlo, saben que en su vida, en un grado u otro, lo decisivo, lo importante y definitivo, es ganar dinero, adquirir un bienestar material, lograr un prestigio económico.

Aquí está sin duda una de las quiebras más graves de nuestra civilización. El hombre occidental se ha hecho en buena parte materialista y, a pesar de sus grandes proclamas sobre la libertad, la justicia o la solidaridad, apenas cree en otra cosa que no sea el dinero.

Y, sin embargo, hay poca gente feliz. Con dinero se puede montar un piso agradable, pero no crear un hogar cálido. Con dinero se puede comprar una cama cómoda, pero no un sueño tranquilo. Con dinero se pueden adquirir nuevas relaciones, pero no despertar una verdadera amistad. Con dinero se puede comprar placer, pero no felicidad.

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20
Nov
2017
Acaso estos ¿no son hombres?
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montesino

En el mundo actual hay gran dificultad para identificar de forma clara la pobreza. Y sin embargo el Papa Francisco en su reciente Mensaje para la Primera Jornada Mundial de los pobres comenta que no obstante, nos desafía todos los días con sus muchas caras marcadas por el dolor, la marginación, la opresión, la violencia, la tortura y el encarcelamiento, la guerra, la privación de la libertad y de la dignidad, por la ignorancia y el analfabetismo, por la emergencia sanitaria y la falta de trabajo, el tráfico de personas y la esclavitud, el exilio y la miseria, y por la migración forzada. La pobreza tiene el rostro de mujeres, hombres y niños explotados por viles intereses, pisoteados por la lógica perversa del poder y el dinero. Qué lista inacabable y cruel nos resulta cuando consideramos la pobreza como fruto de la injusticia social, la miseria moral, la codicia de unos pocos y la indiferencia generalizada.

Hoy en día, desafortunadamente, mientras emerge cada vez más la riqueza descarada que se acumula en las manos de unos pocos privilegiados, con frecuencia acompañada de la ilegalidad y la explotación ofensiva de la dignidad humana, escandaliza la propagación de la pobreza en grandes sectores de la sociedad entera. Ante este escenario, no se puede permanecer inactivos, ni tampoco resignados. A la pobreza que inhibe el espíritu de iniciativa de muchos jóvenes, impidiéndoles encontrar un trabajo; a la pobreza que adormece el sentido de responsabilidad e induce a preferir la delegación y la búsqueda de favoritismos; a la pobreza que envenena las fuentes de la participación y reduce los espacios de la profesionalidad, humillando de este modo el mérito de quien trabaja y produce; a todo esto se debe responder con una nueva visión de la vida y de la sociedad.

Todos estos pobres —como solía decir el Beato Pablo VI— pertenecen a la Iglesia por «derecho evangélico» (Discurso en la apertura de la segunda sesión del Concilio Ecuménico Vaticano II, 29 septiembre 1963) y obligan a la opción fundamental por ellos. Benditas las manos que se abren para acoger a los pobres y ayudarlos: son manos que traen esperanza. Benditas las manos que vencen las barreras de la cultura, la religión y la nacionalidad derramando el aceite del consuelo en las llagas de la humanidad. Benditas las manos que se abren sin pedir nada a cambio, sin «peros» ni «condiciones»: son manos que hacen descender sobre los hermanos la bendición de Dios.

Así pues, el grito de La Española que en aquel 1511 hizo fray Antón Montesino en nombre de toda la comunidad de frailes dominicos de la Isla, debe seguir resonando e interpelando conciencias: Acaso estos, ¿no son hombres? ¿No son seres humanos como voso­tros? ¿No estáis obligados a amarlos como a vosotros mismos? ¿No enten­déis? Esto, ¿os deja indiferentes? ¿Cómo estáis dormidos con un sueño tan profundo?

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15
Oct
2017
Una verdad muy incómoda: ahora o nunca
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AHORA O NUNCA

Una verdad incómoda (2006) es un documental de Davis Guggenheim sobre los efectos del calentamiento global del planeta, guiado por el espíritu reformista del exVicepresidente de los Estados Unidos de Norteamérica Al Gore, mientras George Bush padre afirmaba: "La radicalización de las ideas en torno a ciertos temas nos pueden llevar al abismo. Tendríamos un país lleno de búhos, pero cargado de gente sin trabajo".

Diez años después de aquel y un poco más después de aquella afirmación, otro Presidente, Donald Trump, también republicano, ha cortado de raíz las esperanzas ecológicas, basándose en semejante falsa dicotomía, naturaleza contra trabajo, y ha tomado medidas para ello: el pasado 2 de junio sacó a su país del Acuerdo de París para el cambio climático, ratificado a finales de 2015 por más de doscientas naciones. Una decisión que ejerce de epílogo anticlimático -tanto en el sentido del desmantelamiento de medidas contra los efectos de los gases con efectos contaminantes, como en el sentido puramente cinematográfico- de Una verdad muy incómoda: ahora o nunca (2017,100 min.), secuela de aquel documental, dirigido esta vez por Bonni Cohen y Jon Shenk, con la sempiterna presencia de Gore en cada plano. Un documental con el valor de la denuncia, con ciertos problemas de ejecución audiovisual -pocas cosas menos cinematográficas que una pantalla llena de gráficos y un señor en un estrado explicando materias en modo PowerPoint-, que sin embargo se hace fuerte con la cámara en medio de la batalla política.

Con banda sonora de thriller conspiranoico, y en realidad lo es, esta segunda entrega de la lucha de Al Gore por trasladar al mundo los peligros del Efecto Invernadero y la necesidad de cambios legales, se eleva con esas reuniones de alto nivel, expuestas en vivo y en directo: la de Gore con el ministro de Energía de India, en la que este expone sus razones para seguir incidiendo en el carbón; la del propio Gore con Laurent Fabius, ministro francés de Asuntos Exteriores en los días de la Cumbre de París, o la extraordinaria llamada telefónica al presidente de la mayor empresa de energía solar de EE UU, al que Gore ofrece ser "el campeón político de la Cumbre del Clima" si se aviene a una jugosa contraprestación económica.

Es entonces cuando se constata algo que nunca debemos olvidar y es que además de las ideas -o a pesar de ellas- siempre está la acariciadora mano izquierda de la diplomacia y la rotunda mano derecha de los negocios.

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3
Jul
2017
Cristianismo y Nueva Derecha en Europa
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refugiados

 Por Hans Schelkshorn*

            Los nuevos defensores del Occidente cristiano traicionan los logros del estado democrático de derecho y el contenido universalista de la moral cristiana. Sobre este telón de fondo, resulta una paradoja histórica que sea el Papa Francisco, que viene de Latinoamérica y en quien puede percibirse el espíritu de la Teología de la Liberación, quien deba recordar tanto los fundamentos de las democracias europeas, basados en los derechos humanos, como el contenido nuclear de la moral cristiana. Su discurso en Lampedusa (8 de julio de 2013) y la llamada a las parroquias y monasterios para acoger como mínimo a una familia de refugiados han sido captados intuitivamente, por parte de sectores de la Europa secular, como un testimonio originariamente cristiano. Por el contrario, quienes se autodenominan defensores neoderechistas del Occidente cristiano insultan públicamente al Papa e incluso le condenan por traidor.

            Las iglesias cristianas todavía arrastran la pesada herencia de sus alianzas con los sistemas fascistas del siglo XX. Una renovada complicidad con las ideologías de la "Nueva Derecha" al comienzo del siglo XXI las precipitaría a una nueva crisis de credibilidad, cuyas sombras lastrarían durante siglos la vida de los cristianos y de las cristianas de toda Europa.

 

* Hans Schelkshorn es Presidente del Instituto de Filosofía Cristiana de la Facultad de Teología Católica de la Universidad de Viena y coeditor de la revista "Polylog Zeitschrift für interkulturelles Philosophieren".

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4
May
2017
Unas cifras engañosas
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Unas cifras engañosas

            Las cifras de la Ayuda Oficial al Desarrollo de 2016 según el Comité de Ayuda al Desarrollo de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico muestran que la ayuda internacional crece, alcanzando un récord histórico de 142,6 miles de millones de dólares, que es un 8,9% más que en 2015.

            Pero en estas luces, hay también algunas sombras. La primera, que la ayuda hacia los países menos adelantados decrece (casi 4%, en términos reales, respecto del año anterior). La segunda, que una buena parte del aumento se explica con el repunte de la ayuda humanitaria y como ayuda a refugiados en el territorio del donante.

            Como señala el analista Gonzalo Fanjul, estas sombras son más bien estos nubarrones: la creciente proporción de apoyo a refugiados en el aumento de la ayuda; la equivocada percepción en buena parte de los países europeos de que la ayuda puede servir de freno a la migración; para el caso español, el hecho de que el fuerte aumento sea el resultado, casi exclusivamente, de una operación de condonación de deuda con Cuba; y por último, la previsible caída que registrará la ayuda estadounidense cuando, en 2017 o 2018, se materialicen los fuertes recortes anunciados por la Administración Trump.

            Y es que el aumento de la ayuda no es tal en la medida en que se trate de una ayuda que se "gasta en casa", o que meramente contabiliza un perdón de deuda (como por ejemplo en el caso de la ayuda española).

            Y es que no cualquier ayuda es buena. Y así por ejemplo desde hace algún tiempo se evita que los desembolsos de ayuda al Desarrollo estén totalmente vinculados a la adquisición de bienes y servicios del país donante por parte del receptor.

            Otro aspecto son las ayudas para la acogida de refugiados. Se trata de una ayuda que se gasta en el territorio del país donante (no dándose, por tanto, una transferencia de recursos del Norte al Sur). Por ejemplo, el primer país receptor de la ayuda danesa para los refugiados está siendo, por este motivo, la misma Dinamarca. Por lo general, son los países con mayores desembolsos de ayuda a refugiados los que más aportan, también, en ayuda total (descontando la ayuda a refugiados) lo que cuestionaría el argumento de que los donantes caerán en la tentación de remplazar partidas de ayuda al desarrollo destinadas a sanidad o educación en países del Sur al gasto en territorio propio.

            Es que las en ocasiones aparentemente aburridas normas contables de la ayuda, son una poderosa herramienta para moldear el comportamiento de los donantes: cuánto gastan y en qué. Por tanto, no hay que dejarse llevar ni por las grandes palabras al respecto ni por las cifras en que ellas se apoyan.

Alfonso Esponera Cerdán op

 

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28
Ene
2017
Guía para ser solidario todo el año
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solidaridad anual

 Nunca es mal momento para empezar a ayudar a otros. Aquí te contamos cómo puedes hacerlo. Y es que cualquier momento es bueno para empezar a ayudar a los demás. ¿Qué opciones hay? El menú es amplio y está disponible hoy, mañana o el mes que viene. Además de apoyar a personas cercanas, como familiares y amigos, se puede colaborar también con organizaciones que trabajan aquí al lado o a miles de kilómetros para mejorar la vida de los más vulnerables, empezar a cuidar el medio ambiente como regalo a las futuras generaciones, o cambiar hábitos dañinos por otros más justos. Aquí ofrecemos algunas alternativas y consejos para elegir a gusto.

Colaborar con alguna ONG

            Hay muchas formas de implicarse con alguna causa a través de organizaciones ya existentes. Donar una cantidad de dinero suele ser la más extendida, bien sea a través de una aportación periódica -normalmente mensual- o algo puntual. Para recaudar fondos, las entidades sin ánimo de lucro también suelen organizar conciertos, obras de teatro, mercadillos, loterías... Otra de las opciones, cada vez más de moda, es realizar un voluntariado. Sea cual sea tu elección, recuerda que es necesario informarse bien antes, durante y después de colaborar con alguna. Estas son algunas de las recomendaciones para que la ayuda sea lo eficaz posible.

            Elige tu causa.Para definir cuál es tu prioridad, es útil que contestes a estas tres preguntas: ¿Qué colectivo deseo apoyar? ¿Qué problema me preocupa? ¿En qué zona geográfica?

            Selecciona una organización. Una vez respondidas las anteriores preguntas, es importante comprobar qué entidades trabajan en el campo, con las personas y en el lugar que hayas escogido. Antes de lanzarse a la donación, es recomendable comprobar quién está detrás de la ONG, cómo se financia y a qué dedica cada euro.

            Seguimiento.Después de donar, no te desentiendas. Consulta la información que la organización facilite a través de boletines, memorias, o en su web, para conocer el impacto de tu colaboración.

            Te recuerdo las vinculadas directamente con la Familia Dominicana española: Acción Verapaz, en Madrid) y Ra'yKuera-Acción Verapaz, en Valencia.

 Recogida de juguetes

            Si en vez de dinero, prefieres regalar diversión para los pequeños, selecciona previamente la organización que recibirá los juguetes y confirma a qué perfil de usuarios va destinado -edad de los niños, si tienen alguna discapacidad...- para adaptarte a sus necesidades.

 Donación en especie

            Además de juguetes, se pueden entregar ropa o alimentos para los más desfavorecidos. En este caso, es importante asegurarse de que lo que ofreces es necesario y está en buen estado. Y comprobar qué organizaciones gestionan este tipo de aportaciones. No todas tienen la capacidad y logística para recoger bienes y llevarlos a sus destinatarios. Entidades como Cruz Roja, Cáritas o los Bancos de Alimentos son las más conocidas en este sentido, pero hay otras muchas, locales y globales. Búscalas y, si tienes dudas, infórmate.

Voluntariado

            La gama de actividades en las que se puede regalar tiempo es bien variada, desde cocinar para comedores sociales hasta acompañar a personas mayores. Quienes lo prueban, dicen que es más lo que reciben que lo que dan. Eso sí, cerciórate que lo que ofreces son de ayuda más que un estorbo. No a todo el mundo se le dan bien los fogones, pero sí son buenos en muchísimas otras cosas como escuchar, escribir, los números, hacer reír. Piensa en qué eres bueno, dónde y para quién puedes ser útil y ofrece lo mejor de ti a las organizaciones especializadas en cada campo.

            Te recuerdo algunas de las vinculadas directamente con la Familia Dominicana española: en Madrid la Fundación San Martín de Porres, el Observatorio de Derechos Humanos Samba Martine, Selvas Amazónicas; y los Hogares San Martín de Porres, en Torrent, etc.

Regalos justos y sostenibles

            La solidaridad no solo se expresa donando tiempo y dinero, sino también tomando buenas decisiones en el momento de las compras. La más evidente es adquirir juguetes, presentes, comida... de comercio justo. "Una alternativa responsable que garantiza los derechos humanos y laborales de quienes producen los artículos y que eviten la degradación del medio ambiente", defiende la Coordinadora Estatal de Comercio Justo. En España existen tiendas de Comercio Justo y tiendas online, gestionadas por las organizaciones miembros de este organismo.

            Si no te entusiasma o no puedes tirar de tarjeta, échale imaginación a tus regalos y posibilidades. Por ejemplo, haz trueque de juguetes, seguro que en tu barrio, tu pueblo o ciudad hay mercadillos de intercambio. Recicla, ¿qué importa que no sea nuevo? Aquí no solo se trata de que hermanos o familiares se puedan regalar ropa u objetos usados, sino que con materiales desechables puedes crear verdaderas maravillas. En Internet y las tiendas de manualidades hay multitud de tutoriales para que te apuntes al hazlo tú mismo. Juega (en vez de comprar cosas): esto va de pasar tiempo con tus hijos... o mayores. Y regala algo importante en vez de millones de chorradas.

 Firma, comparte y presiona

            Los derechos humanos no se donan, ni regalan, ni conceden, se respetan. Lo que necesitan muchas persona no es material, es justicia. Y puedes apoyarles en sus reivindicaciones con tu firma, con la presión a los mandatarios o las empresas para que cumplan sus promesas, para que tomen sus decisiones en favor de las personas.

 Cambia de hábitos en tu lista de buenas de intenciones

            Son muchos los que elaboran listas de propósitos. Además, de los habituales, ¿por qué no incluir algún cambio de actitudes para ser más respetuosos con el medio ambiente, por ejemplo? Algunos consejos para conseguirlo son bien sabidos: coger menos el coche, reciclar más, comprar alimentos de cercanía a productores locales y desperdiciar menos... En definitiva, consume menos, contamina menos y haz todo lo anterior. Todo el año.

 

 Anímate a ser solidario todo el año

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6
Dic
2016
Valores de nuestra sociedad actual y ocho textos bíblicos
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Imagen Ciudadnos

1. «Uno solo es vuestro Padre y todos sois hermanos» (Mt 23,8-9)

  La economía es importante no solo porque responde a las imperiosas necesidades materiales humanas, sino por algo todavía más serio: nuestra tarea y meta como seres humanos es construir convivencia, construir sociedad, construir comunidad y fraternidad. Ahí nos jugamos nuestra calidad humana.

   La economía acaba jugando un papel decisivo en esa tarea nuestra como género humano. Marx y Engels no andaban tan desencaminados cuando hablaban de la economía como factor determinante «en última instancia» por más que quepan muchas exégesis de esa expresión. Pero el hecho es que, en la economía, nos jugamos mucho de nuestro ser humanos, o inhumanos. Donde no hay más valores que los de cambio, no cabe hablar de humanidad.

   Por ello es importante el planteamiento antropológico que pregunta ante todo por qué hay tantas desigualdades y cómo superarlas, y que abre la puerta a una reflexión de antropología bíblica: porque la igualdad brota de las dos categorías más importantes en toda la Biblia: la filiación divina (el valor absoluto) del ser humano y la fraternidad universal en Cristo.

2. «Los creó a imagen de Dios y les dijo: cuidad la tierra». «Si coméis del árbol de lo humano seréis igual a DIos» (Gen 1,27-28 y 3,5)

   Quizá la mejor imagen antropológica de nuestro sistema económico es la descripción bíblica del pecado: quien es, real y verdaderamente, «imagen y semejanza de Dios» se empeña en ser «igual a Dios» y causa así su propia ruina.

            Corrigiendo el dicho antiguo, sí cabe decir que el pecado original de nuestra economía es que ha pretendido «vivir como Dios». Y, aunque esa sea una pretensión imposible, el que algunos la mantengan lleva a muchos otros a vivir «en el infierno».

            Esto es hasta cierto punto normal o, al menos, previsible: como imagen de Dios, el ser humano es un dinamismo imparable, un corazón «sin descanso» (San Agustín) que busca siempre una plenitud de descanso no accesible fuera de Dios. Problema primario de la vida humana es cómo orientar y gestionar ese dinamismo insaciable. Porque toda gran fuerza, bien orientada, resulta creadora, pero mal orientada se vuelve destructora.

            Dicho con lenguaje bíblico: la imagen (de Dios) «empañada [o destrozada] por la culpa» necesita ser rehecha. Un camino decisivo para lograrlo se abre en la experiencia del Dios revelado en Jesucristo.

3. «La codicia es idolatría». «Es imposible servir a Dios y al dinero privado» (Col 3,5 y Mt 6,24)

            Los seres humanos tendemos a adorar al dinero porque: a) remedia nuestras grandes necesidades y amenazas y siempre veneramos aquello que nos salva. Pero también porque b) el dinero da poder y c) es fuente de reconocimiento, que quizás es la mayor de nuestras necesidades.

            Desde esta actitud sucede que con el dinero «nunca tenemos bastante». Y esa insaciabilidad ha generado un mundo donde unos pocos pueden satisfacer hasta sus caprichos más estrambóticos y una gran mayoría no puede satisfacer sus necesidades más elementales. Por eso, la frase citada de Jesús significa también «es imposible servir al ser humano y al dinero»: pues la manera que propone el Evangelio para servir a Dios es servir al ser humano. Pero cuando todos los valores se han convertido en meros valores de cambio, es muy difícil comprender e inculcar el respeto a las personas. Por ser un dios falso, el dinero es intrínsecamente inhumano. En este contexto, suenan como verdadera palabra de Dios las duras palabras de Jesús: «malditos vosotros, millonarios» (Lc 6,24). Y maldito el sistema que «mata» (Francisco) generando «ricos cada vez más ricos a costa de pobres cada vez más pobres» (Juan Pablo II). Y conste, para responder a posibles mecanismos de defensa, que eso no tiene nada que ver con Marx: muchos siglos antes de él ya escribía San Ambrosio comentando el Evangelio de Lucas: «un rico compasivo es contrario a la naturaleza» (PL 15,1878): porque la compasión no es un valor de cambio. Y esos son los únicos valores que cuentan para el adorador del dinero.

            Los mecanismos de defensa que hemos generado los propios cristianos ante esas palabras de Jesús, ayudados por muchos no creyentes, pero adoradores del dinero, son incontables. Prescindiendo ahora de la conocida falsificación que habla de «pobres de espíritu», vale la pena fijarnos en la más frecuente: los pobres lo son por su culpa («son perezosos»,...). Y, sin duda, hay un tanto por cien de pobres que lo son por culpa suya, pero es la porción menor. Y nuestra mentira consiste en atender solo a ese aspecto reducido de la realidad, para dejar de mirar todos los demás aspectos.

            El hecho real es que la esclavitud del dinero, y el miedo o necesidad de defensa que ella genera, nos crea otras mil esclavitudes en nuestra sociedad.

4. «La raíz de todos los males es la pasión por el dinero» (1Tim 6,10)

            En tales contextos se vuelve diáfano este texto del Nuevo Testamento, citado ya miles de veces: la raíz de todos los males, no simplemente de unos cuantos. No sé si hoy el autor de aquella frase añadiría: de todos los males «y de casi todas las armas», por más que tratemos de engañarnos con otras pseudorrazones. Esa constatación de la carta a Timoteo aparece tras una exhortación a vivir sobriamente, que tiene resonancias no sólo individuales, sino sociales.

            La peste de corrupción que ha asolado a España en los últimos años y que ha infestado incluso a personas que parecían ejemplares, ha tenido esa misma raíz: la pasión por el dinero. Tampoco esto es nuevo: es lo normal en una sociedad que ha perdido la fe en las grandes causas para las que vivir. Uno de los primeros conversos al cristianismo, que fue filósofo y escritor, dejó escrito este testimonio: «antes amábamos y buscábamos ante todo el dinero y las propiedades, mientras que hoy hasta lo nuestro lo ponemos en común y lo compartimos con los que no tienen» (San Justino).

            En cambio, en una sociedad sin casi más razón para vivir que el consumo y los valores de cambio y, además, con bajísimos niveles de educación humana, los hombres públicos descubrieron que nada da más votos que el dinero. Y luego, muchos ciudadanos descubrieron que nada puede dar más dinero que la política, con eso que se ha llamado «puertas giratorias», por las que se pasa de la política a unas consultorías casi tan nominales como bien retribuidas.

            En este contexto, y porque de esta pasta está hecho el ser humano, hay que saber (y contar con) que siempre habrá un 25% más o menos de gente que votará a los partidos más injustos, en defensa propia o por ambición. Lo cual significa que, si los luchadores por la justicia no están muy unidos, si no saben dialogar y ceder, si hacen de la lucha por la justicia una plataforma para sentirse salvadores o para tomarse pequeñas revanchas, secundarias y si, por todo eso, se dividen entre ellos, aquella minoría podría convertirse en una «minoría ganadora».

5. «A los pobres siempre los tendréis con vosotros» (Mt. 26,11)

            Sin olvidar que el contexto de este texto evangélico se refiere primariamente a la muerte y resurrección del Señor y ha justificado a lo largo de la Historia ciertas posturas. Pero brinda una lección muy importante a la hora de construir la sociedad y la fraternidad universal: no basta con dar de comer a los pobres mientras siga habiendo desigualdades tan clamorosas. Acabar con el hambre es imprescindible y urgente, pero solo es un primer paso: hay que acabar además con esas desigualdades obscenas e injustas. Los «primeros auxilios» son necesarios pero no sanan a la sociedad: mientras haya otros que tienen muchísimo más, los pobres, en

cuanto coman, anhelarán tener más y parecerse a aquellos. O temerán perder lo que han conseguido mientras siga habiendo otros más pobres, y pueden volverse tan injustos como los ricos. En una palabra: mientras la estructura social siga siendo antifraterna, la antifraternidad amenazará a todos.

6. «Dichosos los pobres con espíritu» (Mt 5,3)

            Esa primera bienaventuranza del evangelista Mateo puede tener una doble traducción, excluida ya la trampa de esos supuestos pobres «de espíritu», que se justifican pretendiendo tener el corazón desprendido de todas las posesiones que les sobran, pero luego, en cuanto una justa ley fiscal les reclama eso que les sobra, ponen el grito en el cielo.

            La bienaventuranza de Mateo puede significar dos cosas: dichosos los «empobrecidos por el Espíritu», es decir, aquellos a los que la misericordia ha llevado al hambre y sed de justicia, y esa lucha por la justicia les ha ido empobreciendo, y privando no solo de buena fama sino de mil posibilidades de promoción social. Pero puede significar también: dichosos los «pobres con Espíritu», es decir, aquellos a los que su pobreza no ha convertido en rencorosos, envidiosos o avarientos.

            Esta segunda traducción debe ser mantenida también, porque nos avisa de algo muy importante: los empobrecidos y víctimas de este sistema inicuo deben ser defendidos y ayudados, pero no deben ser canonizados. De entrada, hay que estar siempre de su parte, mientras no se demuestre lo contrario: pero son de la misma pasta humana que sus opresores. En todo caso, siguiendo a Vicente de Paul, habría que decir que son los únicos que tienen algún derecho a ser envidiosos o avarientos.

            Eso servirá, en primer lugar, para responder a todos aquellos que defienden su posición injusta o privilegiada, argumentando con los vicios de los pobres y dejando de mirar la propia injusticia.

            Recordemos que, en España, según el Informe de Oxfam-Intermón 20 personas tienen un patrimonio de 115.000 millones de euros o más, patrimonio que en el último año se ha incrementado un 15%, mientras que la riqueza del resto cayó un 15%. Que, en España, también hay 14 millones de personas en riesgo de exclusión. Y que a nivel mundial, las 62 personas más ricas del mundo acumulan la misma riqueza que los 3.600 millones de personas más pobres. El informe citado califica esas cotas de «insoportables».

            De esta pasta está hecho el ser humano. Y esa es la actual dinámica de los mercados y el resultado de convertir toda la sociedad en un puro mercado. Por eso, como insinúa el evangelista Mateo, es tan imprescindible la presencia del Espíritu en todo lo relacionado con la lucha por la justicia y contra la pobreza.

7. «En Cristo Jesús ya no hay varón ni mujer, obrero ni patrón, creyente y no creyente» (Gal 3,28)

            Esta frase de San Pablo es uno de los mejores resúmenes de todo lo que en la práctica significa la fe en Jesucristo. Un falso espiritualismo se empeñó en explicar que eso era verdad pero «para la otra vida del más allá» (con frecuencia muchos espiritualismos resultan ser, paradójicamente, de lo más materialista). Otro falso izquierdismo parece empeñado hoy en llevarla a la práctica aboliendo la diversidad en una especie de uniformidad «unisex», tan cómoda como aburrida.

            El verdadero sentido de la frase es que la diversidad nunca debe ser causa de desigualdad. La diversidad debe ser mantenida porque siempre es enriquecedora aunque resulte complicada de manejar. No tiene sentido convertirla en fundamento de desigualdad, de modo que, por ejemplo, la mujer gane un 25% menos que el varón, el obrero tenga unos ingresos muy inferiores a los de su patrón, o una entidad religiosa cristiana niegue asistencia a los no cristianos. Tales prácticas equivalen a negar la inclusión (la «recapitulación») de todos en Cristo.

            San Pablo prolongará después esa intuición valiéndose de la imagen del cuerpo: no todo ha de ser manos, ni todo ha de ser ojos. La diversidad de los órganos enriquece enormemente al cuerpo, si cada uno funciona como lo que es; pero todos deben ser tratados de la misma manera y, en cualquier caso, cuidando los más débiles.

8. «Tienes ante ti la vida y el bien, la muerte y el mal. Tú debes elegir» (Deut 30,15-19)

            Esa frase bíblica es de las que mejor proclaman la responsabilidad del ser humano cuando entra en relación con Dios: nuestra vida está en nuestras manos; podemos realizarla o acabar con ella. Es además una frase dirigida no a individuos aislados sino a toda una colectividad: al pueblo que se prepara para crear una nueva sociedad, liberado ya de la esclavitud.

            Y un detalle importante: mientras en el v. 15 equipara la vida con el bien, en el 19 se habla de la vida como «bendición». La bendición es siempre un regalo, uno de esos valores inmateriales que no pueden ser convertidos en valores de cambio: si se la mira de esta otra manera, la vida será vista como apropiación y se convertirá en «maldición» que lleva a la muerte. Sentir la vida como bendición es comprender que no es propiedad mía y que, como escribe Juan Masiá, más que vivir soy vivido: «agradecer que la Vida nos vive, nos vivifica.» Esta disposición es fundamental para construir la sociedad.

            Por eso, la frase bíblica puede aplicarse a nuestra sociedad, y muy en serio, precisamente en lo que afecta a la economía. Solo hay salvación para esta humanidad si construimos eso que se llama una «civilización de la sobriedad compartida». El otro miembro del dilema en el cual estamos hoy es una «civilización de la abundancia privatizada» –y armada– que, lógicamente, ha de acabar llevándonos al desastre.

            Pero la gran dificultad de esa opción, que en teoría parecería lógica, es que, para alcanzarla, los países ricos del llamado primer mundo deben bajar de su nivel de vida, algo que no están dispuestos a hacer. La pretensión de que todo el mundo llegue a vivir al mismo nivel de los países eufemísticamente llamados «desarrollados», se ha demostrado ya absolutamente inviable, porque implicaría cargarse el planeta, porque carece de recursos para ello.

            La otra opción sería entonces la que apuntaba irónicamente El informe Lugano, de Susan George: eliminar unos dos mil o tres mil millones de moradores del planeta Tierra que ya no son oprimidos ni simplemente excluidos, sino sobrantes. Así, quizá los países ricos podrían mantener su actual nivel de vida.

            Estamos, otra vez, ante una opción «entre la vida y la muerte», entre ser humanos o ser inhumanos.

Posible dinámica de trabajo

            ¿Qué texto bíblico os ha impactado más? ¿Por qué?

            Seáis o no creyentes mirad de hacer un resumen en pocas líneas que contenga todo el mensaje espiritual que esos textos intentan transmitir y pregúntate a qué te sientes más interpelado en tu conducta práctica.


Basado en J.I. González Faus, Inhumanos e infrahumanos. Barcelona, Ed. Cristianisme i Justícia, 2016, pp. 21-27.

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